Toda persona necesita establecer relaciones sociales saludables. Esto es así a lo largo de las diferentes etapas y ámbitos de nuestra vida
Las relaciones sociales saludables se caracterizan por estar basadas en el respeto mutuo, el reconocimiento, la valoración del otro como persona, la libertad, la tolerancia y la empatía.
Desde pequeños incorporamos modelos de relación, estereotipos y conductas. Por eso, tendemos inconscientemente a repetir patrones que hemos aprendido de nuestro entorno más cercano, en relaciones anteriores con parejas, amigos o en el trabajo.
A veces, sucede que delante de una situación o una persona importante en nuestra vida, descubrimos que nuestra manera de relacionarnos ya no nos sirve y ya no nos ayuda a sentirnos bien. Entonces, nos encontramos un poco perdidos porque no sabemos qué está fallando.
También puede que nos demos cuenta de que determinadas situaciones y problemas se repiten a lo largo de nuestra vida en diferentes momentos. Es entonces cuando surge esa sensación agotadora de «déjà vu» ante rupturas dolorosas, conflictos en el trabajo, relaciones de amistad que no acaban bien, y discusiones repetitivas.
Cuando eso ocurre, lejos de dejarnos llevar por sentimientos derrotistas, podemos pensar en ello como una oportunidad.
Que podemos hacer para mejorar la calidad de nuestras relaciones
Cuando aparecen:
- Conflictos de pareja
- Conflictos familiares
- Sentimientos de malestar en el trabajo con jefes o compañeros,
- Conflictos con amigos
- Cuando nuestra timidez dificulta que conozcamos gente
- Sentimientos de inseguridad en las relaciones sociales
Quizá sea el momento adecuado para :
- Descubrir nuevas formas de relacionar-se
- Potenciar nuestras habilidades sociales y ponerlas en práctica
- Dejar a un lado las relaciones tóxicas.
- Superar la dependencia emocional
- Abrir la puerta a las relaciones sociales saludables
Mi propuesta terapéutica en estas situaciones consiste en valorar conjuntamente tu situación descubriendo los patrones y pensamientos que nos llevan a mantenerla e impulsar el cambio.
Es cierto que las relaciones dependen al menos de dos personas. La realidad es que solo está en nuestras manos cambiarnos a nosotros mismos.